Nos confesamos amantes de los animales y, en especial, de los caballos. Todos los que nos conocéis es imposible que no sepa quién es el Chartreuse. Para nosotros es más que un amigo. La hemos visto crecer y superar adversidades por eso queremos contaros su historia.
Toda la vida hemos tenido caballos y carros en casa, y cuanto más grandes y más fuertes más nos gustan. Por eso siempre hemos tenido caballos de sangre fría. Los caballos según su temperamento son de sangre fría, tibia o caliente. Los primeros son aquellos de temperamento muy tranquilo lo son las razas más grandes y pesadas. Los caballos de sangre tibia tienen la tranquila • dad y docilidad propia de los de sangre fría y la agilidad y ligereza de los últimos. Por último, los caballos de sangre caliente tienen un temperamento nervioso y más agresivo.
Para hacer paseos con niños, familias y amigos teníamos claro que queríamos un caballo de sangre fría. Nos decantamos por una raza autóctona: el caballo Pirineo Catalán.
En la Cerdanya tenemos un amigo que cría pollinos y un verano fuimos a verlo. Los potros hacía 3 meses que habían nacido y nosotros nos enamoramos de un macho «careto«. - Así se le dice a los caballos que tienen una mancha blanca que los atraviesa la cabeza de arriba abajo - y con dos puntitos muy bonitos en el labio.
Allí mismo decidimos que le diríamos Chartreuse. El Chartreuse es una bebida típica de Tarragona, muy dulce, digestiva y festiva. Así queríamos que fuera nuestro caballo.
Al cabo de unos meses, cuando dejó de beber leche de su madre, lo fuimos a buscar para llevarlo a su nueva casa. Pero al llegar nos esperaba una malas noticias. Durante los meses que había pastado en la montaña se había hecho daño en el ojo. En principio era un rasguño superficial que no debía llevar más complicaciones si se curaba todos los días.
El bajamos a su nueva casa y cambió los paisajes del Pirineo por el entorno mediterráneo del Alt Camp. Pasaban los días y el Chartreuse se adaptó a la casa: jugaba con sus nuevos amigos, una dogo, un perro ratero y un chihuahua. Diariamente el curaban con todo lo que nos habían indicado los veterinarios pero cada vez tenía el ojo más cerrado y más blanco.
El caballo cada día era más simpático, confiado y curioso pero el ojo cada vez le empeoraba y le dolía más. El diagnóstico de s’había complicado. La veterinaria nos confirmó que era muy posible que perdiera la visión del ojo izquierdo.
Las enfermedades o traumatismos de los ojos en los caballos son complicadas y hay muy poca especialización. Aunque lo que podía pasar no tiramos la toalla y lo seguimos curando y medicando tres veces al día. El Chartreuse se fue haciendo grande y nuestra relación se hizo muy estrecha. A base de cuidados y medicaciones para conseguir salvar el ojo pasábamos muchísimas ratos juntos. Quizá por eso confía tanto en los humanos y tiene un amor tan especial a los niños.
Con paciencia y tiempo y contra todo pronóstico el ojo de nuestro pequeño terminó mejorando. De todos aquellos meses tristes sólo queda el recuerdo y una pequeña herida de guerra. Si tiene la oportunidad de vernos y pasear con el carro y el Chartreuse te puedes fijar en su ojo izquierdo. Una pequeña mancha blanca casi invisible es todo lo que le ha quedado.
Estamos seguros de que esta relación tan especial que tiene nuestro caballo Chartreuse con las personas se debe a este proceso y en este accidente que sufrió. Fue un tiempo difícil tanto para él como para nosotros. Pero hicimos superarlo y ahora tenemos el mejor caballo del mundo. Con él hacemos rutas, actividades en familia, paseos en carro y carruaje ... incluso la hemos puesto dentro del comedor de casa!
