A principios de los años 70 en la localidad de Porrera había una mesa con ciertos poderes paranormales. Se hizo famoso por responder a las preguntas de los asistentes sobre el pasado, presente y futuro. Con golpes secos de las patas de la mesa daba respuesta a lo que se le preguntaba.
El fenómeno de las tablas hablantes consistían en una comunicación con los espíritus mediante golpes que hacían estas sobre el suelo.
Tres hermanos y una vieja mesa
Entre los asistentes a estas demostraciones se encontraban la familia Saumell de Nulles. Tres hermanos, Maria del Carmen de 13 años, Rosa María de 10 y Juan Saumells de 7 años asistieron una tarde a presenciar una de esas practicaban sesiones de espiritismo. Allí pudieron ver "in situ" la metodología y al llegar a Nulles sintieron curiosidad y llevaron a cabo lo que habían visto.
Los hermanos tomaron una vieja mesa que había en el desván hecha de nogal. Según dicen un rayo derribó el árbol y con aquella madera hicieron la mesa.
Concentrados y recordando como lo habían visto en Porrera, los tres hermanos pusieron las manos sobre la mesa y, misteriosamente, esta comenzó a moverse.
El pueblo de Nulles principal atracción
Aquella fue la chispa que hizo quemar el pueblo de emoción, la noticia corrió como la pólvora. Todo el mundo quería ver la tabla de Nulles, todos preguntaban cosas que ella contestaba; también bailaba, caminaba a dos patas e incluso subía y bajaba escaleras.
Por aquellas fechas Nulles era un pueblecito de 500 habitantes, con escasa circulación y mucha tranquilidad.
Con el fenómeno de la tabla, los visitantes aumentaron, especialmente los días festivos.
La muchedumbre que iba a visitar la mesa hizo necesario que la misma fuera trasladada de la casa particular de los propietarios al Ayuntamiento del pueblo, a fin de no molestar a la familia propietaria de la tabla.
Posteriormente la mesa fue transportada del Ayuntamiento en el bar del pueblo, lugar donde todos los visitantes podían verla e incluso preguntarle lo que quisieran. El sistema no era dificultoso: Los niños colocaban las manos encima del tablero y misteriosamente la tabla se empezaba a mover, como deslizándose por el suelo. Inicialmente ello se dedicó la mesa, asistida por las manos de los niños a recorrer el pueblo. Subiendo y bajando escaleras sin necesidad de elevarla, se dio el caso, incluso, de llevar personas encima.
El precio que se hacía pagar por la experimentación era de 50 pesetas, y la recaudación se destinaba a un fondo común del pueblo para construir un complejo polideportivo.
Las funciones del pequeño mueble fue "in crescendo" llegando a responder bajo un código de golpes a las preguntas de los niños o cualquier interlocutor. En todo momento, sus movimientos eran rápidos pero acentuaba su velocidad si las manos de Rosa María la tocaban.
Obra del demonio?
No tardó mucho tiempo en hacerse público el rumor de que los movimientos de la mesa eran debidos al demonio, cuestión por el que en base del miedo dio final a las aventuras de la mesa y sus operantes.
Los escépticos afirmaron que el movimiento de la mesa se debía a movimientos neuromusculares inconscientes que aportaban los niños. Sin embargo este razonamiento no explica porque la mesa acertaba correctamente a las preguntas que se le hacían ...
Actualmente la mesa sigue estando en Nulles, reposa en una buhardilla de la misma manera que reposaba cuando los hermanos Saumells van despertarla. Quién sabe si todos los espíritus y fuerzas que la hacían bailar por las calles de Nulles lo volverán a hacer algún día ...
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